Maridar es hacer casar un vino con el plato que se esté degustando para realzar los sabores de ambos. En muchas culturas, desde hace siglos, el vino ha sido considerado un alimento más e indispensable en la mesa, que ha ido acompañando a los platos típicos de cada región y cultura. En el maridaje se trata de fusionar los alimentos, comida y bebida, para que creen juntos armonías o contrastes organolépticos que realcen las sensaciones gustativas y, por ende, la satisfacción de la experiencia gastronómica.

Lo que está claro es que en estas armonías no existen verdades absolutas, ya que los maridajes perfectos son completamente subjetivos, y cada individuo tiene sus gustos personales adquiridos a través de la experiencia personal, la cultura, los estereotipos sociales, las modas, etc.

 

Estos son algunos conceptos clásicos del maridaje según el tipo de vino, que pueden servir como base para la construcción de los gustos personales a partir de estas premisas:

  • Vino tinto: el maridaje del vino tinto dependerá entre otros factores del periodo de crianza que haya tenido. Un vino joven, acompaña perfectamente a quesos semicurados, embutidos, platos a base de pasta como la cocina italiana o carnes blancas en preparaciones sencillas como la plancha o la parrilla, incluso algunas recetas de gastronomía árabe o india siempre que las especias sean ligeras y no haya sensaciones muy picantes; así como a pescados azules sin demasiada elaboración. Sin embargo un vino con crianza maridará con platos de carnes más contundentes como carnes asadas o a la brasa, guisos, quesos curados y embutidos ibéricos. Un reserva o gran reserva acompañará a platos más sabrosos como platos de caza y guisos más elaborados. También estará delicioso con chocolates de alta pureza de cacao.Otro factor a tener en cuenta con los vinos tintos es su estilo, en función de vinos más ligeros y frescos o de vinos más corpulentos, más mediterráneos o con mayor estructura, conviene adaptar la intensidad de la comida que los acompaña para que nunca haya un excesivo dominio de uno de los elementos (comida y bebida) sobre el otro.

 

  • Vino blanco: estos vinos acompañan generalmente a platos más ligeros que los anteriores. Un vino blanco joven de paso sencillo por boca marida a la perfección con aperitivos y entrantes ligeros. Un vino blanco joven más corpulento será el acompañante ideal para platos con más elaboración, como pueden ser pescados, mariscos o ensaladas. El vino blanco fermentado en barrica puede reservarse para platos más contundentes como quesos curados, carnes blancas, ahumados y arroces.
     
  • Vino rosado: los vinos rosados acompañan a verduras, en comida italiana como pastas, arroces y pizzas. También en quesos suaves, tortillas, y en postres como macedonia de frutas.

 

Recuerda probar combinaciones nuevas y educar tu paladar a conocer sabores diferentes y originales. Así encontrarás tus armonías perfectas, que podrás compartir con la familia y amigos.